(Escrita aproximadamente entre los años 1948 y 1950, año Hidjri 1368)
Mis hermanos en Allah y en Su Mensajero (Saws) del pueblo de Sfax, que Allah les otorgue Su apoyo y proteja sus corazones y sus apariencias (ed. las acciones manifiestas).
Tuve el honor de recibir vuestra carta, escrita por la pluma de vuestro hermano, Sidi Al-Hadri Drira. Alabo a Allah, exaltado Sea, por vuestra seriedad, vuestra perseverancia, vuestro amor y el apego de vuestros corazones al amor por Allah y Su Profeta.
Tal es el principio de la gente de Allah y tal es su conducta que nosotros conocimos y leímos. En la medida de lo posible, les daré un consejo, así como me aconsejo a mi mismo con estas mismas palabras.
“La religión no es otra cosa que el buen consejo” (sahih muslim, 55)
El mejor consejo, el más precioso, en la vía sufi o digamos en la religión, es la benevolencia y la buena disposición hacia los hermanos, de la gente de la vía y para los creyentes en general, de tal modo que el discípulo no se considera a si mismo superior en relación con sus hermanos, cualquiera sea su jerarquía o condición: Sheikh, Muqaddam o un simple discípulo.
“Todos iguales como los dientes de un peine” (hadiz)
El discípulo debe cumplir con el deber de servir a sus hermanos sin tener en cuenta la observancia de sus deberes o no. Consideremos los versículos coránicos enviados (dirigidos) al Profeta, la paz y las bendiciones sean con él:
“Y sé benévolo con los creyentes” (15/88 y 26/215)” y “Quizá mi Señor me dirija a algo que esté más cerca de lo que es correcto” (18/24)
En primer lugar se le ordenó la benevolencia con sus partidarios, respetar sus derechos y honrarlos debidamente hasta tal punto que el Profeta mismo se declaró: “Soy el Maestro de los creyentes y su sirviente” (Hadiz reportado en al-Mawāhib al-ladunniya, comentario de Al-Zarqāni, 4, 117-118).
Él Mensajero (saws) declaro esto sirviendo realmente a sus Compañeros.
Luego, Allah (swt) le ordenó esperar la guía para los que se esfuerzan en cumplir con sus obligaciones. “Sed benevolentes”, mediten y comprendan, que Allah los beneficie!
Cuidado con las pretensiones! porque socavan la belleza del discípulo y lo arrojan al abismo de la arrogancia. El discípulo no debe decir jamás… Mío! Yo!, Mío! Yo!
Esas son enfermedades mortales.
Fue dicho: “quienquiera que conoce verdaderamente su sitio (su estado espiritual) y lo respeta, vivirá. Si llegara a desear sobrepasar su propio rango, perecería”.
Qué Allah nos preserve de eso.
Escribiré las doradas palabras que mi Maestro (Sidi Ahmad al-‘Alawi m 1934.) que Allah esté complacido con él, me escribió en una de sus cartas:
“Respeta los derechos de tus hermanos en la medida de lo posible. No dejes que su falta de acción hacia ti afecten tu propia determinación. Usted bien sabe lo que yo soporto con sus hermanos de Mustaghānem, que Allah los perdone. Cada vez que pienso de sus faltas hacia mí, yo pienso en mis faltas hacia mi Maestro, y mis faltas hacia Allah. Digamos entonces que se trata de una recompensa justa y equitativa. “Tu Señor, sin embargo, no es injusto en absoluto con sus siervos” (41/46)
Estoy escribiendo esta parte de las máximas de nuestro maestro para que sea, si Allah quiere, un remedio benéfico y una cura. Allah es la fuente de nuestra guía. No hay guía sino en Allah, en Él me confío y hacia Él me dirijo.
Transmite mis saludos a todos los fuqara, mis hermanos, la gente del vínculo.
Su humilde servidor, Muhammad Al-Madani Al-‘Alawi.